Este 2023 se realizará la II versión del Congreso de Odontología Digital en las dependencias de la Facultad de Odontología de la Universidad de Concepción. Instancia, en la que se tratarán temas de digitalización en rehabilitación e implantología. Siendo esta última una de las áreas con mayor avances educativos en las últimas décadas.
“Desde el descubrimiento del profesor Brannemark, los conceptos y miradas han evolucionado, las teorías se han refinado y complementado, y si bien aún falta mucho, es indudable que hoy sabemos mucho más” comentó el Director de la Especialidad de Periodoncia, Profesor Alfredo Jerez Benavente, quien añadió que desde el punto de vista educacional, es la planificación la que sin duda se ha visto beneficiada con los avances “En los programas de la Facultad, donde usábamos plantillas de acetato sobre una panorámica, hoy tenemos acceso a programas de tratamiento de imágenes tridimensionales que nos permiten ubicar plantillas digitales sobre una reconstrucción tomográfica, podemos medir disponibilidades de hueso y su relación con estructuras anatómicas nobles”.
De esta forma, el aprendizaje que antiguamente se realizaba quizás únicamente sobre un paciente, hoy cuenta con modelos de estudio, simuladores de silicona, modelos animales estudiados y validados, simuladores hápticos, e incluso los nuevos sistemas de cirugía navegada se muestran como herramientas valiosas de aprendizaje para las y los estudiantes. Asimismo, la disponibilidad de escáner intraorales, y la inclusión del flujo digital en el currículum, permite imprimir el área a intervenir, y ensayar varias veces una determinada cirugía, observar la zona desde distintos ángulos y prever posibles dificultades, con sus posibles soluciones. Situación que en los años 80, cuando comenzó la enseñanza de la especialidad en la Universidad de Concepción eran impensados.
De igual forma, la Directora de la Especialidad de Rehabilitación Oral con Mención Prótesis, Profesora Cecilia Muñoz Vergara resaltó la formación entregada por la universidad “Desde hace bastantes años se ha incorporado la formación teórica de la rehabilitación sobre implantes en el pregrado, con conceptos básicos acorde a su nivel de formación. Además, se han implementado en conjunto con empresas privadas, distintos programas de rehabilitación tanto fijas como sobre dentaduras que los/as estudiantes han tenido la oportunidad de rehabilitar durante su último año de formación clínica”.
Asimismo, sobre la especialidad de Rehabilitación Oral con mención en prótesis, la Profesora Muñoz resaltó “Desde sus inicios el año 2000, hemos incorporado la enseñanza de rehabilitación sobre implantes de casos de mediana y alta complejidad, en pacientes adultos y adultos mayores. Actualmente rehabilitamos pacientes parcial y totalmente desdentados con rehabilitaciones fijas y sobredentaduras. Mantenemos convenios con empresas de renombre mundial que aseguran una alta calidad tanto de sus implantes como de los aditamentos e insumos biológicos”.
Finalmente, y sobre los desafíos que enfrenta hoy la educación en implantología, el Profesor Jerez hizo hincapié en los relacionados con la periimplantitis “Aún carecemos de las respuestas, quizás porque no hemos formulado las preguntas correctas. Es la comprensión y tratamiento de esta patología la que aún nos resulta elusiva, sin embargo, y como es propio del método científico, hoy sabemos más que ayer, y caminamos a la respuesta con paso firme”.
Implantología en la Universidad de Concepción comenzó de la mano de los profesores Francisco Marchesanni y Nelson Pinto, en el programa de Periodoncia, dirigido por el Dr. Mario Wilckens, Implantología fue uno de los focos de interés principal, de tal forma que el programa rezaba en su nombre “Periodoncia e Implantología Oral”, justificable dentro del contexto que en sus inicios, la implantología creación de la mano de grandes periodoncistas a nivel mundial. Dentro del programa la cátedra era dirigida por el mismo Dr. Francisco Marchesanni, quien siempre se caracterizó por la búsqueda constante de “el mejor tratamiento posible para los pacientes”, por lo que los conceptos de punta siempre estuvieron presentes en el programa, donde el conocimiento y comprensión de la biología ósea parecían ser la clave para el éxito a largo plazo.
Si miramos hacia atrás las prácticas consideradas “predecibles”, hoy nos parecen por lo bajo rudimentarias. La planificación se hacía a través de radiografías panorámicas, que al ser una reproducción bidimensional, hacia frecuente los hallazgos quirúrgicos en cuanto a volumen óseo, o eventuales variaciones anatómicas, los implantes se instalaban “donde había hueso disponible”. Para contrarrestar la bidimensionalidad de la radiografía, surgieron técnicas como el mapeo óseo sobre modelos de yeso, una técnica de laboratorio que daba mejores luces de la situación real del paciente. Finalmente, el uso de cortes tomográficos se volvió rutina y una condición sine qua non para la correcta planificación de un implante.
Desde el punto de vista clínico, los controles a largo plazo de los miles de implantes instalados después del boom de la implantología en el mundo, comenzaron a evidenciar ciertos problemas: infecciones, reabsorciones de tejido óseo, dificultades para rehabilitar, recesiones y deficiencias de tejido blando, etc… algo debíamos hacer… A partir de aquellas observaciones, determinamos que el implante ya no se instalaba “donde había hueso”, la rehabilitación no debía adaptarse a la posición del implante, sino que el implante debía ser instalado pensando en cómo iba a ser rehabilitado, en una suerte de planificación reversa. Entonces, ante la necesidad del contacto directo entre dos grandes (gigantes) ramas: rehabilitación y cirugía, lo que comenzó como una técnica, se convirtió en una disciplina, y posteriormente comenzó a buscar su configuración como especialidad.
La implantología ya no buscaba “que el implante se mantuviera en boca”, ahora buscaba estética y función, y la bicorticalización dio paso a la teoría vascular, aquella que perseguía entender el cómo mantener el hueso alveolar, siempre dependiente de la presencia de piezas dentarias y el ligamento periodontal, ahora hospedero de un implante de titanio. Es aquí donde entran los conceptos de configuración de fenotipo, primero óseo, luego gingival, y finalmente ambos: estética y función.
Hoy, la implantología ha evolucionado en el mundo digital, y su planificación e instalación se acerca cada vez más a la perfección de la mano de guías estrictas y la cirugía navegada, las rehabilitaciones son planificadas en un computador, y maquinadas por equipamiento especialmente diseñado para la tarea como parte de un mismo flujo con la planificación de la cirugía. Todavía queda camino… es verdad, pero de todo el camino recorrido, hoy utilizamos imágenes tridimensionales que combinamos con escaneos intraorales, planificamos considerando estructuras anatómicas nobles, buscando mantener fenotipos de tejidos blandos y duros gruesos que nos garanticen estabilidad en el largo plazo, vamos a una cirugía planificada con mucha anticipación, decantada en una guía estricta con un margen de error mínimo, que anticipa un resultado compatible con una rehabilitación armónica y expedita, todo al servicio del paciente con el fin último de mejorar su calidad de vida.
Desde el punto de vista educacional, es la planificación la que sin duda se ha visto beneficiada, volviendo al concepto de “medir tres veces y cortar una”. En los programas de la Facultad, donde usábamos plantillas de acetato sobre una panorámica, hoy tenemos acceso a programas de tratamiento de imágenes tridimensionales que nos permiten ubicar plantillas digitales sobre una reconstrucción tomográfica, podemos medir disponibilidades de hueso y su relación con estructuras anatómicas nobles. El entrenamiento que antiguamente podía hacerse quizás únicamente sobre un paciente, hoy cuenta con modelos de estudio, simuladores de silicona, modelos animales estudiados y validados, simuladores hápticos, incluso los nuevos sistemas de cirugía navegada se muestran como herramientas valiosas de entrenamiento para el estudiante. La disponibilidad de escáner intraorales, y la inclusión del flujo digital en el currículum, nos permite imprimir el área a intervenir, y ensayar varias veces una determinada cirugía, observar la zona desde distintos ángulos y prever posibles dificultades, con sus posibles soluciones.
Sin duda estudiar implantología hoy no es lo mismo que hace 15 años, hoy sabemos y hacemos mucho más, pero definitivamente es una evolución que ha valido la pena, y en profundo beneficio de los pacientes que atendemos.
Finalmente, quizás el mayor desafío que surcamos en este momento, es aquel que se relaciona con la periimplantitis, donde aún carecemos de las respuestas, quizás porque no hemos formulado las preguntas correctas. Es la comprensión y tratamiento de esta patología la que aún nos resulta elusiva, sin embargo, y como es propio del método científico, hoy sabemos más que ayer, y caminamos a la respuesta con paso firme.